Las instalaciones que afectan negativamente al medio ambiente, como vertederos, plantas industriales y sitios de almacenamiento de desechos tóxicos, históricamente se han ubicado en áreas pobladas por personas pobres y comunidades de color. El movimiento de justicia ambiental surgió de la preocupación por los efectos que esas instalaciones tenían en la salud y el bienestar de los residentes cercanos.
Primeras Protestas Por la Justicia Ambiental
Durante la década de 1960, personas de todo Estados Unidos que se inspiraron en el movimiento de derechos civiles lucharon por la justicia ambiental en sus comunidades, según el Consejo Nacional de Defensa de los Recursos (NRDC, por sus siglas en inglés). A principios de la década de 1960, César Chávez organizó a trabajadores agrícolas latinos en California para luchar por los derechos laborales y la protección contra los pesticidas nocivos. En 1967, estudiantes afroamericanos en Houston protestaron contra un vertedero de basura donde un niño se había ahogado en un estanque. Al año siguiente, los residentes de West Harlem en la ciudad de New York realizaron una protesta fallida contra la ubicación de una planta de tratamiento de aguas residuales.
Foco Nacional en Las Protestas Ambientales
En 1982, los residentes de la comunidad predominantemente afroamericana de Afton, North Carolina, protestaron contra un nuevo vertedero de desechos peligrosos. Los residentes estaban preocupados por la posibilidad de que los policlorobifenilos (PCB) tóxicos pudieran filtrarse en el suministro de agua local.
Los manifestantes hicieron incursiones para bloquear los camiones que se dirigían al vertedero. Durante seis semanas de marchas y protestas no violentas, más de 500 personas fueron detenidas. Aunque los manifestantes perdieron la batalla y se depositaron desechos tóxicos en su comunidad, las protestas marcaron un hito porque atrajeron la atención de los medios nacionales e inspiraron a las personas a luchar contra casos similares de injusticia ambiental en otros lugares.
Enfoque en Derechos Civiles Y Justicia Ambiental
Después de las protestas en Afton, muchas personas que habían estado involucradas en el movimiento de derechos civiles reconocieron la justicia ambiental como otra área importante a abordar en la lucha general por la igualdad. Numerosos líderes iniciales del movimiento de justicia ambiental ya habían estado activos en el movimiento de derechos civiles y estaban afiliados a iglesias negras. Trajeron muchas de las estrategias del movimiento de derechos civiles a la lucha por la justicia ambiental: reuniones, marchas, peticiones, formación de coaliciones, educación, litigios y acción directa no violenta.
Los activistas de justicia ambiental vieron un patrón claro en los Estados Unidos. Los tomadores de decisiones corporativos y las autoridades gubernamentales ubicaron instalaciones que podrían afectar negativamente el medio ambiente y la salud de los residentes locales en áreas que albergaban de manera desproporcionada a personas empobrecidas y comunidades de color. Las personas en posiciones de poder sabían que los residentes de esas comunidades a menudo no tenían los recursos ni las conexiones para contraatacar con éxito. En las comunidades latinas, las barreras del idioma a veces se suman al problema. Los residentes que no entendían completamente los peligros que enfrentaban eran particularmente vulnerables.
Reconocimiento Del Problema
Según el Departamento de Energía de EE. UU., varios estudios que se publicaron en las décadas de 1980 y 1990 proporcionaron evidencia estadística para respaldar las afirmaciones de racismo ambiental de los manifestantes. La Oficina de Contabilidad General del Congreso publicó un estudio en 1983 que analizó los vertederos de desechos peligrosos en el sureste de los Estados Unidos y encontró que las tres cuartas partes estaban en comunidades pobres, afroamericanas y latinas.
En 1987, la Comisión para la Justicia Racial de la Iglesia Unida de Cristo publicó un estudio que afirmaba que la raza era el factor más importante que influía en la ubicación de las instalaciones de desechos tóxicos. El informe también encontró que los sitios que afectaron desproporcionadamente a las comunidades minoritarias fueron elegidos intencionalmente. Un informe de 1990 del sociólogo Robert Bullard presentó hallazgos similares.
Hasta entonces, las organizaciones de justicia ambiental habían sido en su mayoría integradas y dirigidas por personas blancas y no se habían centrado en las luchas ambientales de las personas de color. En una carta de 1990, los líderes de varias organizaciones de justicia ambiental acusaron a los grupos ambientalistas “Big 10” de prejuicios raciales. La carta pedía a esos grupos que abordaran los efectos de la contaminación ambiental en las comunidades pobres y minoritarias.
Acción Gubernamental
Los líderes del movimiento de justicia ambiental comenzaron a trabajar con funcionarios gubernamentales. Esos esfuerzos llevaron a la formación del Grupo de Trabajo de Equidad Ambiental de la Agencia de Protección Ambiental y la Primera Cumbre Nacional de Liderazgo Ambiental de Personas de Color. Esa cumbre produjo los “Principios de justicia ambiental” y el “Llamado a la acción”, dos documentos críticos que sirvieron como base para el movimiento de justicia ambiental.
En 1994, el presidente Bill Clinton firmó la Orden Ejecutiva 12898, que ordenó a las agencias federales que identificaran y abordaran políticas y programas que tenían impactos negativos desproporcionadamente altos en la salud y el medio ambiente de las personas de bajos ingresos y de color. La orden ejecutiva también ordenó a las agencias federales que identificaran formas de prevenir la discriminación basada en la raza, el color o el origen nacional en los programas ambientales y de salud financiados por el gobierno federal.
Continuando la Lucha Por la Justicia
Los grupos ambientales tradicionales y las organizaciones que apoyan la justicia ambiental han seguido colaborando brindando asesoramiento técnico y recursos y ayudándose mutuamente con los litigios. Esas asociaciones han producido algunas historias de éxito, pero queda mucho trabajo por hacer.
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